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lunes, 21 de abril de 2008

No me extraña

El 23 empieza la XXI Feria del Libro en Bogotá.

Desde que llegué a esta ciudad hace 16 años voy siempre que puedo a la Feria ya que es un lugar que disfruto por ser uno de aquellos muchos en los que gasto plata sin arrepentirme después.

Desde que mis padres sabiamente me inculcaron, a muy temprana edad, la lectura como condición para irme a la cama, no he dejado de disfrutar lo que leo, a excepción de esos libros aburridores que obligaban a leer en bachillerato (como "La Iliada" y "La Odisea") y que luego descubrí, con sorpresa, que al ser leídos de manera voluntaria, cobraban su verdadero sentido y valor. Primera conclusión: la lectura no puede ser impuesta. Se disfruta más si es voluntaria. Nada mejor que tener en la mesa de noche un libro! Sobre todo si es para leérselo y no para apoyar el teléfono.

Pero aún, los libros que se hace leer a los bachilleres deben ser consecuentes con su desarrollo intelectual, sus intereses y su estructura cognitiva. A quién se le habrá ocurrido que hacerme leer "Las venas abiertas de América Latina" en noveno grado era importante? No lo entendí, no lo disfruté, no le encontré sentido! Hoy, sin embargo, Eduardo Galeano, autor del mentado libraco, es uno de mis favoritos, aunque muy izquierdoso para mi gusto, y "Las venas..." un referente importante para entender los desequilibrios sociales en el continente, cosa que no me interesaba en lo más mínimo a las 12 años, pero que hoy encuentro fascinante.

Y ya que estamos en el tema, a manera de chisme, les confieso que los mejores libros que he leído son: "Cien años de Soledad" y "El amor en los tiempos del cólera", aunque parezca un tópico. "La ultima Tentación", de Kazantzakis; "Paula", de Isabel Allende, con el que descubrí que leyendo también se lloraba. Y además algunos con menos pedigree como "Cuentos de Fútbol", que resume el trabajo de excelentes autores contando historias sobre otra de mis pasiones mundanas que, por cierto, me he visto obligado a abandonar, por lo menos en la práctica, porque los años no pasan en vano. Leo a Fontanarrosa y me destornillo de la risa, leo a grandes ensayistas contemporáneos y siento que me hacen mejor persona. Odio los libros de autoayuda, el mejor psicólogo es la mamá -la mía-, o en el peor de los casos, la soledad. Nunca pude pasar de la página 100 de "El Quijote" y confieso que nunca me he leído la "María". Desde que en mi adolescencia visité la finca desde la cual Isaacs la escribió, conlcuí, quizá de manera equivocada, que cualquiera hubiera podido escribir una novela de amor en la Hacienda "El Paraíso" y de tajo, le quité mérito al afamado escritor.

Seis años de docencia universitaria y casi diez de, brevemente interrumpida, vida laboral, me hacen afirmar con certeza y algo de pesar que los colombianos son vagos intelectuales porque nunca les enseñaron a leer. Y no a leer entendido como el "Mi mamá me mima, mi mamá me ama, yo amo a mi mamá" de Nacho. Hay que enseñar la disciplina que requiere la lectura, hay que enseñar el disfrute que esta genera, hay que evidenciar que leer, entender lo que se lee y utilizarlo en la cotidianidad, paga.

Eché a dos secretarias por brutas y sospecho que esta incómoda situación se repetirá en el futuro. Escribir una carta citando a una reunión les tomaba toda una tarde y el producto final era inaceptable. Errores de ortografía, mala redacción y para completar, y no se si lo hacían a propósito, las fechas u horas no eran las indicadas. Y es que estas competencias básicas (la de escribir y la de leer) se aprenden sólo escribiendo y leyendo. Y mis exsecretarias no leían ni "El Espacio".

Colecciono los peores ensayos escritos por mis alumnos durante estos seis años. Cuando me jubile pienso escribir una compilación para demostrar con hechos, que la escuela de finales del siglo XX no entendió muy bien que sólo quien se comunica adecuadamente puede manejar de manera satisfactoria el recurso más preciado de nuestros tiempos: la información. Esos mismos estudiantes son los que siempre argumentan que las lecturas que les dejo tienen la letra muy pequeña y que por eso, no hicieron la tarea. Perezosos intelectuales en la era del Internet.

A esos alumnos suelo contarles con nostalgia que en mi época de estudiante, que terminó hace muy pocos años, existían unos edificios maravillosos llamados bibliotecas, que almacenaban más conocimiento del que mi cerebro podría alcanzar a retener en toda una vida. "En la Luis Ángel todo es muy complicado, y encima hay que hablar para solicitar ayuda", me dicen. Qué tiempos aquellos cuando la oralidad aún era valorada, y no sólo me refiero a lo del sexo oral!

"Me espero a que salga la película" me dicen otros. No he visto una película que sea mejor que el libro en el cual se inspiró. El detective de "El Código Da Vinci" no era Tom Hanks!!!! Era, en mi imaginación, un viejo barbudo que más se parecía a Leonardo Da Vinci y que me parecía mucho más atractivo que el náufrago de "Castaway". Shakira no cantaba en aquel pueblo caluroso de "El amor en los tiempos del cólera", sino que lo que se oían eran porros desentonados cantados por viejas octogenarias en las tiendas de las esquina de la plaza. La lectura obliga a imaginar, el cine obliga, únicamente, a ver. Segunda conclusión: nunca hay que ver una película basada en un libro que nos haya inspirado.

Y ahora las cifras: En Colombia leemos 1.6 libros por año por persona y en España 7.7. Qué oso!!! 1 de cada 5 hogares colombianos no tienen ni un sólo libro en casa, en México esto sucede en sólo uno de 25 hogares. Pero, oh sorpresa!!!! Al 61% de los jóvenes y niños les gusta leer!!!! y el 80% prefiere leer libros y no en internet!!!

Aquí hay un problema grave que no hemos reconocido y valorado con la importancia que amerita. Los niños no leen no porque no les guste, sino porque no tienen que leer en casa, o porque en los colegios los aburren con lecturas que no les animan!!!! Así que a ponernos las pilas, tanto los profesores, como los padres. Debemos asumir nuestra responsabilidad al respecto para que así, depronto, ojalá, me quede sin material para el libro con el que me pienso enriquecer en unos años, o deje de despedir secretarias ineptas.

Pero ojo que, como siempre, el combo Colombia siempre se las arregla para sorprenderme. En las estaciones de Transmilenio se adoptó hace un tiempo una estrategia de estímulo a la lectura que consiste, tal y como se ve en los países europeos, cuna de la cultura occidental, en disponer libros para que la gente se lleve a casa con la única condición de dejar, a cambio, otro que ya haya leído. La estrategia está fracasando porque, ojo!, la gente se está robando los libros o los devuelve mutilados.

No me extraña que estemos como estemos, así como no me extraña que la imagen que tienen de nosotros en el exterior sea la que es, si seguimos haciendo películas como "Perro come perro" que más allá de un par de muy buenas actuaciones, parece hecha por un camarógrafo con Parkinson. Qué mareo!!!!!

2 comentarios:

our corner around the globe dijo...

yMe encanto este post. Y cuando escriba mi libro le voy a pedir que sea mi editor, pero primero necesito que me de unas clases de redaccion y ortografia.

Ana María Hanssen dijo...

y mi libro? lo leíste? :-)