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lunes, 17 de noviembre de 2008

No sólo cayeron pirámides

Que fue por culpa de los directivos, que no debieron sacar a Retat, que no hicieron contrataciones adecuadas, que se gastaron la plata del equipo en una cancha sintética en vez de usarla en refuerzos y salarios.


Que el Bucaramanga esté hoy en la B es el resultado de diez años de malas campañas y pésimas administraciones. Desde 1998 el Atlético no juega a nada. No hubo jugadores, no hubo técnicos, no hubo directivos, no hubo hinchada y por eso no hubo goles y no hubo puntos. Por eso Bucaramanga merece estar en la B.

Que la quinta ciudad del país no debe estar en la segunda categoría se quejan ahora. Ya para qué. Esto es fútbol, no es una competencia que se gane con méritos demográficos.

Durante los últimos 3 años debí haber visto en directo (por TV o en los estadios) unos 15 partidos del Atlético y no me gustó sino uno: el que ganamos a Nacional con gol de Edwards Jiménez en los últimos minutos hace tres semestres. Los otros fueron un desastre. Un equipo sin ideas, que dependía de las pocas genialidades de un joven de Piedecuesta, que sobresalía en una nómina de troncos. Tuerto entre los ciegos.

Que el equipo debía tener más santandereanos, dicen ahora. Pues no sé. Pero sinceramente no creo. El equipo debía tener mejores jugadores, fueran de donde fueran.

En fin, la pirámide del Atlético también se cayó. Y en condiciones similares a DRFE. Unos faraones ineficientes que tomaron decisiones equivocadas, unos seguidores engañados, pero también ilusos y conformistas, a los que se les vendió la ilusión de tener una estrella antes de terminar la década, a cambio de nada, y se lo creyeron. Una estrella que se iba a obtener como por arte de mafia. Unas autoridades que se hicieron los de la vista gorda y que ahora sólo dicen que con ellos no es la cosa.

Ahora tocará sacar los ahorritos de esa alcancía, trastear las ilusiones a otro lado.

Yo, personalmente, seguiré haciéndole fuerza al Pereira y al Junior, mis equipos suplentes desde hace mucho, que por supuesto, el otro año también serán fuertes candidatos a la B. Intentaré no amargarme por los desaciertos futbolísticos y administrativos del Bucaramanga y guardaré la ilusión de verlos pronto en la A. Continuaré siguiendo con cuidado los avances del Real Santander, dirijido por gente seria y con visión de futuro. Pero cuando quiera ver buen fútbol, sintonizaré ESPN y me divertiré con el Barcelona y el Mallorca. Cualquier otra cosa es masoquismo futbolístico, resultado de esa irracionalidad que lleva a alguna gente a pensar, aún en situaciones como esta, que de la noche a la mañana DMG les va a regalar plata por no hacer nada, o a algunos otros, como yo, a pensar que algún día antes de que se me reviente el corazón, el Bucaramanga va a ser campeón de la máxima categoría del fútbol colombiano, cuando la historia, los hechos y las evidencias me demuestran que lo realmente cierto es que durante sesenta años, todos los corazones leopardos que se han reventado no han visto al equipo ganar algo importante.