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martes, 28 de junio de 2011

Cuando gana el mejor


Cuando gana el mejor

Lo que vimos el pasado 27 de mayo los casi 120 millones de televidentes que saboreamos el 3-1 del estadio de Wembley no fue solamente fútbol, fue el culmen de un proceso que trasciende, incluso, lo deportivo.


Después de un mes explosivo, gracias a los cuatro partidos entre Barcelona y Real Madrid, los seguidores del buen fútbol fuimos testigos de la final de la Copa de Campeones, que enfrentaba al que para muchos es el mejor equipo del mundo, con el campeón actual de la Premier League.

Un equipo balanceado

El Barcelona llegaba, al igual que el Manchester United, con tres Champions League ganadas, aunque las del equipo catalán habían sido obtenidas en los últimos veinte años, jugando ocho partidos menos que su rival y con una media de gol ligeramente superior. 

Con el pasar de los minutos, en medio de un domino abrumador del equipo liderado por Xavi e Iniesta, las estadísticas dejaron en claro quién estaba haciendo más méritos para alzar la copa al cabo de los 90 minutos. El Barcelona terminó el encuentro con una posesión de balón de 67%, hizo 85% de los disparos al arco y remató entre los tres palos once veces más que su rival, que debió cometer una falta cada cinco minutos para detener el poderío del eventual campeón.

El papel de las individualidades

Para el Barcelona fue un torneo casi perfecto. Fue el equipo más goleador, el que perdió menos balones y el que menos tiros de esquina en su contra permitió, lo que habla de un balance importante entre sus defensas, mediocampistas y delanteros. 

Mientras Guardiola se convirtió en el técnico más joven de la historia en ganar por segunda vez este torneo, adelantándosele a Mourinho, poseedor del anterior récord, en siete años, Messi, su estrella, ganó el trofeo de goleador y fue elegido como mejor jugador de la final. Así, el rosarino, gran referente de este Barcelona, alcanzó su decimoquinto título de clubes, marca que a sus 23 años no habían logrado Pelé, Di Estéfano, Cruyff ni Maradona.

“Més que un club”

El Barcelona no solo juega el mejor fútbol de la actualidad. Es también un club solidario y humanitario, que encarna los ideales democráticos de un mundo cada vez más interconectado.

Porta el logo de la Unicef en su camiseta sin recibir una retribución por ese motivo, dona 0,7% de sus ingresos a la fundación del club que se encarga de promover el deporte en la infancia y la juventud del mundo, se adhirió a los Objetivos del Milenio hace cinco años y es miembro del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas.

Por eso, celebran su cuarta Copa de Campeones con una camiseta que dice: “El fútbol te devuelve lo que le das”, que podría tener que ver con la manera respetuosa como su técnico trata a sus rivales, o la forma como sus jugadores asumen con igual gallardía la derrota y la victoria.

El Barcelona no nos deja de dar lecciones de humildad y solidaridad, y no dejará de permitirnos valorar este deporte por lo que realmente es: una competencia que debe ganarse con goles y no con billetes. Xavi, quien ofició como capitán blaugrana durante los 89 minutos iniciales, cedió su brazalete a Carles Pujol, líder natural del equipo, cuando ingresó al terreno de juego ante la ovación ensordecedora de los hinchas catalanes. Un gran gesto de respeto y admiración que solo podía ser superado por otro aun más conmovedor: el gran capitán entregó la banda al francés Eric Abidal, quien jugó un partido completo por primera vez desde que fue operado de un tumor en el hígado hace dos meses y medio, y pudo recibir la copa de manos de Michel Platini.

El juego del Barcelona es sorprendente. Pero el verdadero mérito de este grupo de deportistas, de este cuerpo técnico obsesivamente disciplinado, pero respetuoso a la vez, es que reivindica la sencillez original del fútbol y le hacen sentir a la gente que triunfar es posible sin atropellar a los rivales.

Artículo publicado en la Revista Capital Club, edición 86, junio 2011.

Imagen tomada de http://img.notasdefutbol.com/2011/05/abidal-final-champions.jpg