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miércoles, 23 de abril de 2008

A Costa Rica pero en avión

Ya no se si lo que quiero contar lo debo escribir en este blog o es más apropiado decirlo al aire en El Sauna. Para resolver el problema, algunas ideas las usaré en los dos espacios, así que pido perdón a los pocos oyentes fieles con que cuenta mi programa radial y que además me leen periódicamente. Espero no aburrirlos pero entiendan que tampoco soy tan creativo y prolijo como esperarían de mi.

Entremos en materia: Yo también me quiero ir a Costa Rica, pero no asilado, o fugitivo, que tal y como están las cosas es como lo mismo. Y tampoco, en "una silla amarrada a mil bombas de fiesta infladas con helio", como pretendía Adelir Antonio de Carli, un sacerdote católico brasilero de 42 años que obviamente después de 8 horas de viaje desapareció. Lo único que han podido rescatar las brigadas de búsqueda son restos de globos de piñata cerca a las costas del estado de Santa Catarina.

No me crean tan pendejo!!!! Hay que ser muy cura para pensar que intentar volar por 19 horas amarrado a 1.000 bombitas llenas de babas no es un suicidio anunciado. O ahora que lo pienso, depronto Adelir tenía amante, hijos y todas esas vainas que atormentan a los sacerdotes modernos y por eso disfrazó su suicidio con la pantomima de las benditas bombas (o malditas en este caso).

En fin, que me iría a Costa Rica. Y por varias razones.

La primera: fueron el primer país del mundo en abolir su ejército, en una emotiva ceremonia el primero de diciembre de 1948. Hay que ser medianamente civilizado como para poder convivir pacíficamente sin necesidad de unos tanques y unos fusiles. Y el mérito es doble si encima se limita con Nicaragua, especialmente cuando su presidente es Orteguita!!! O sino, preguntémosle también a los ecuatorianos sobre la importancia del ejército: El 43% de ellos cree que sus uniformados tienen relaciones con las Farc!!!! Con esos amigos...

La segunda: porque ocupa el quinto lugar a nivel mundial y el primero en América Latina, según la clasificación del índice de desempeño ambiental de 2008. Y, a propósito, quiero aprovechar para decir que hay muchas cosas que podemos hacer todos para intentar salvar este planeta moribundo: reciclar, utilizar bombillas ambientalmente amigables, en la medida de lo posible recibir cuentas, correspondencia y facturas por medios virtuales, bañarse acompañado, y si la niña no se emputa, hacer el amor con la luz apagada. O si necesitan más ideas, para disminuir en un 15% la emisión de gases de efecto invernadero, dejen de tirarse tantos pedos. Unos científicos australianos descubrieron que los canguros tienen en su aparato digestivo unas bacterias que no generan gas metano y por lo tanto sus flatulencias son también ambientalmente amigables. Conozco a más de un amigo que podría tragarse un poco de bacterias de estas.

La tercera razón: porque según Reporteros sin Fronteras es el país latinoamericano líder en el respeto a la libertad de prensa, según The Economist la democracia latinoamericana más perfecta, y según el Foro Económico Mundial el país de la zona que demuestra una mayor competitividad turística. En esas tres materias nos dan sopa y seco a los colombianos, y ni hablar a nuestros vecinos andinos.

Pero también, porque allá no hay tanto político envuelto en negocios raros y en cambio, quien quita, me toca alguito de la caleta de las Farc.

Pero sobre todo por que allá no correría el riesgo de encontrarme en la calle o ver en la tele a personajes como Piedad Córdoba, Jorge Robledo, Mario Vanemerak, Jorge Barón, la Negra Candela, Jota Mario o al padre Chucho.

lunes, 21 de abril de 2008

No me extraña

El 23 empieza la XXI Feria del Libro en Bogotá.

Desde que llegué a esta ciudad hace 16 años voy siempre que puedo a la Feria ya que es un lugar que disfruto por ser uno de aquellos muchos en los que gasto plata sin arrepentirme después.

Desde que mis padres sabiamente me inculcaron, a muy temprana edad, la lectura como condición para irme a la cama, no he dejado de disfrutar lo que leo, a excepción de esos libros aburridores que obligaban a leer en bachillerato (como "La Iliada" y "La Odisea") y que luego descubrí, con sorpresa, que al ser leídos de manera voluntaria, cobraban su verdadero sentido y valor. Primera conclusión: la lectura no puede ser impuesta. Se disfruta más si es voluntaria. Nada mejor que tener en la mesa de noche un libro! Sobre todo si es para leérselo y no para apoyar el teléfono.

Pero aún, los libros que se hace leer a los bachilleres deben ser consecuentes con su desarrollo intelectual, sus intereses y su estructura cognitiva. A quién se le habrá ocurrido que hacerme leer "Las venas abiertas de América Latina" en noveno grado era importante? No lo entendí, no lo disfruté, no le encontré sentido! Hoy, sin embargo, Eduardo Galeano, autor del mentado libraco, es uno de mis favoritos, aunque muy izquierdoso para mi gusto, y "Las venas..." un referente importante para entender los desequilibrios sociales en el continente, cosa que no me interesaba en lo más mínimo a las 12 años, pero que hoy encuentro fascinante.

Y ya que estamos en el tema, a manera de chisme, les confieso que los mejores libros que he leído son: "Cien años de Soledad" y "El amor en los tiempos del cólera", aunque parezca un tópico. "La ultima Tentación", de Kazantzakis; "Paula", de Isabel Allende, con el que descubrí que leyendo también se lloraba. Y además algunos con menos pedigree como "Cuentos de Fútbol", que resume el trabajo de excelentes autores contando historias sobre otra de mis pasiones mundanas que, por cierto, me he visto obligado a abandonar, por lo menos en la práctica, porque los años no pasan en vano. Leo a Fontanarrosa y me destornillo de la risa, leo a grandes ensayistas contemporáneos y siento que me hacen mejor persona. Odio los libros de autoayuda, el mejor psicólogo es la mamá -la mía-, o en el peor de los casos, la soledad. Nunca pude pasar de la página 100 de "El Quijote" y confieso que nunca me he leído la "María". Desde que en mi adolescencia visité la finca desde la cual Isaacs la escribió, conlcuí, quizá de manera equivocada, que cualquiera hubiera podido escribir una novela de amor en la Hacienda "El Paraíso" y de tajo, le quité mérito al afamado escritor.

Seis años de docencia universitaria y casi diez de, brevemente interrumpida, vida laboral, me hacen afirmar con certeza y algo de pesar que los colombianos son vagos intelectuales porque nunca les enseñaron a leer. Y no a leer entendido como el "Mi mamá me mima, mi mamá me ama, yo amo a mi mamá" de Nacho. Hay que enseñar la disciplina que requiere la lectura, hay que enseñar el disfrute que esta genera, hay que evidenciar que leer, entender lo que se lee y utilizarlo en la cotidianidad, paga.

Eché a dos secretarias por brutas y sospecho que esta incómoda situación se repetirá en el futuro. Escribir una carta citando a una reunión les tomaba toda una tarde y el producto final era inaceptable. Errores de ortografía, mala redacción y para completar, y no se si lo hacían a propósito, las fechas u horas no eran las indicadas. Y es que estas competencias básicas (la de escribir y la de leer) se aprenden sólo escribiendo y leyendo. Y mis exsecretarias no leían ni "El Espacio".

Colecciono los peores ensayos escritos por mis alumnos durante estos seis años. Cuando me jubile pienso escribir una compilación para demostrar con hechos, que la escuela de finales del siglo XX no entendió muy bien que sólo quien se comunica adecuadamente puede manejar de manera satisfactoria el recurso más preciado de nuestros tiempos: la información. Esos mismos estudiantes son los que siempre argumentan que las lecturas que les dejo tienen la letra muy pequeña y que por eso, no hicieron la tarea. Perezosos intelectuales en la era del Internet.

A esos alumnos suelo contarles con nostalgia que en mi época de estudiante, que terminó hace muy pocos años, existían unos edificios maravillosos llamados bibliotecas, que almacenaban más conocimiento del que mi cerebro podría alcanzar a retener en toda una vida. "En la Luis Ángel todo es muy complicado, y encima hay que hablar para solicitar ayuda", me dicen. Qué tiempos aquellos cuando la oralidad aún era valorada, y no sólo me refiero a lo del sexo oral!

"Me espero a que salga la película" me dicen otros. No he visto una película que sea mejor que el libro en el cual se inspiró. El detective de "El Código Da Vinci" no era Tom Hanks!!!! Era, en mi imaginación, un viejo barbudo que más se parecía a Leonardo Da Vinci y que me parecía mucho más atractivo que el náufrago de "Castaway". Shakira no cantaba en aquel pueblo caluroso de "El amor en los tiempos del cólera", sino que lo que se oían eran porros desentonados cantados por viejas octogenarias en las tiendas de las esquina de la plaza. La lectura obliga a imaginar, el cine obliga, únicamente, a ver. Segunda conclusión: nunca hay que ver una película basada en un libro que nos haya inspirado.

Y ahora las cifras: En Colombia leemos 1.6 libros por año por persona y en España 7.7. Qué oso!!! 1 de cada 5 hogares colombianos no tienen ni un sólo libro en casa, en México esto sucede en sólo uno de 25 hogares. Pero, oh sorpresa!!!! Al 61% de los jóvenes y niños les gusta leer!!!! y el 80% prefiere leer libros y no en internet!!!

Aquí hay un problema grave que no hemos reconocido y valorado con la importancia que amerita. Los niños no leen no porque no les guste, sino porque no tienen que leer en casa, o porque en los colegios los aburren con lecturas que no les animan!!!! Así que a ponernos las pilas, tanto los profesores, como los padres. Debemos asumir nuestra responsabilidad al respecto para que así, depronto, ojalá, me quede sin material para el libro con el que me pienso enriquecer en unos años, o deje de despedir secretarias ineptas.

Pero ojo que, como siempre, el combo Colombia siempre se las arregla para sorprenderme. En las estaciones de Transmilenio se adoptó hace un tiempo una estrategia de estímulo a la lectura que consiste, tal y como se ve en los países europeos, cuna de la cultura occidental, en disponer libros para que la gente se lleve a casa con la única condición de dejar, a cambio, otro que ya haya leído. La estrategia está fracasando porque, ojo!, la gente se está robando los libros o los devuelve mutilados.

No me extraña que estemos como estemos, así como no me extraña que la imagen que tienen de nosotros en el exterior sea la que es, si seguimos haciendo películas como "Perro come perro" que más allá de un par de muy buenas actuaciones, parece hecha por un camarógrafo con Parkinson. Qué mareo!!!!!

lunes, 7 de abril de 2008

¿A cuánto el yogur?

Desde hace unos días he venido pensando seriamente, y a raíz de los acontencimientos recientes, en cómo elaborar más en detalle la hipótesis y las conclusiones de mi libro "Partidos políticos, construcción nacional y conflicto armado en Colombia (1948-2002)".

Como no se lo leyeron ni mis amigos, me tomo el atrevimiento de autocitarme para que sepan de qué carajos estoy hablando.

La hipótesis que planteé fue que "Colombia [carecía] de una verdadera identidad nacional" y que en gran medida por esta razón, pero también por otras que exploro en dicha investigación, el conflicto armado actual se había desbordado.

Las conclusiones que importa citar para entender las bestialidades que me dispongo a plantear ahora son las siguientes: a) "los déficits educativos de la población, su ignorancia y pasividad política" aceleran la escalada del conflicto; b) nuestra capacidad de "adaptación y resistencia" frente a la violencia y a la violación de las normas potenció estas conductas y c) "ciertas actitudes fuertemente arraigadas entre los colombianos, valoradas de manera equivocada como positivas [como la malicia indígena y la viveza], reproducen comportamientos que agravan el conflicto".

Con esto en mente, pensemos en dos casos que ocurrieron durante este fin de semana. Uno en Cali y otro en Bogotá.

El primero de ellos: un joven caleño se tomó un yogur en un supermercado de su ciudad y al ser interrogado por los administradores del negocio, sorprendido manifestó no tener plata para pagarlo y debió cumplir 24 horas de cárcel. Al final, el juez no encontró méritos para procesarlo.

El segundo: Un borracho le pegó cinco tiros a un taxista porque se coló en la fila para lavar el carro.

Desde mi punto de vista, y acá está el desarrollo teórico que amplía lo que escribí en 2006, creo que el principal problema de los colombianos es que justificamos la transgresión de normas mayoritariamente aceptadas para garantizar la convivencia. Justificamos a quien se toma un yogur y no lo paga (las pelotas!!!, el pelao sabía desde el principio que no tenía con qué pagarlo!!! Y si no tenía bien hubiera podido llamar a su mamá a que le diera los 3000 pesos!!!!, pero claro, seguramente no tenía minutos). Justificamos a quien se salta la cola del cine, o al que se cuela en un concierto. Justificamos al que se salta la entrada en Transmilenio, al que no paga impuestos ("¿para qué pago lo que me corresponde si igual esa platica se la roban?"), al que se pasa un semáforo en rojo ("¿para qué paro si depronto me roban?"- Yo hace rato que no me como un semáforo en rojo, así sean las dos de la mañana, y nunca me han robado nada. En cambio, cuando parqueaba en la calle, que está prohibido, si me robaban).

Y eso no es todo: absolutamente todos los transgresores de normas (la del "pague lo que compre", la de "pague los impuestos", la de "no se robe la platica de los contribuyentes" o la de "no mate"), autojustifican sus actos para mantener de alguna manera generalmente creativa su tranquilidad mental. Castaño justificó siempre las matanzas de los paracos diciendo que si el Estado no podía defender a los colombianos, los colombianos teníamos que defendernos de la guerrilla. "Tirofijo" y compañía justificaron siempre su accionar como consecuencia de la incapacidad estatal de incluir económica y políticamente a millones de compatriotas.

No importa si es un yogur o si son cuarenta muertos!!!! Las normas de convivencia mayoritariamente aceptadas deben cumplirse a rajatabla (y son de este tipo aquellas reglas incluidas en la Constitución y en sus desarrollos jurídicos, aquellas tipificadas en los códigos, y todas aquellas normas de convivencia no escritas cuya validez la dan la costumbre y el sentido común). Señores: a nadie le gusta que se le cuelen en la fila. A nadie le gusta esperar a la gente que llegua tarde a las citas. A nadie le gustaría que alguien que se coma un semáforo en rojo le estrelle el carrito por imprudente. A nadie le hace mucha gracia que le digan mentiras.

Y el tema de que sean mayoritariamente aceptadas es importante. No debemos respetar sólo las normas que personalmente creemos válidas. Debemos respetar todas las que la mayoría de la gente cree sensatas.

Algunos dirán: ¿pero no es más grave matar a cuarenta campesinos indefensos, o robarse $10 millones de pesos del erario público, que robarse un yogur de una tienda o que robarse cds de la oficina, o que matar a un gato porque tenemos miedo que nos prenda la rabia, o que botar basura a la calle?

Mi respuesta es que moralmente no lo es -y que conste que odio usar esta palabra- aunque jurídicamente puede que implique consecuencias más graves para el transgresor. Uno no es "poquito ladrón" o "muy ladrón". No pueden existir escalas para medir esto. Es ladrón el del yogur y es ladrón el congresista corrupto. Es tan asesino el que mata al gato como el que quiebra a los campesinos indefensos.

Quien transgrede cualquier norma mayoritariamente compartida y justifica dicha transgresión, es más propenso a transgredir otra norma. El que le roba $10.000 pesos al papá para irse a tomar con los amigos y lo justifica para no sentirse mal, hasta llegar a ver dicha transgresión como algo normal, es casi seguro que tampoco crea que está mal robar en un supermercado o colarse en una fila. Y donde elijamos a esta persona como concejal, no me quiero imaginar la forma como manejaría el erario público ("pero si apenas me robé 10 millones y el concejal fulanito, que coincidencialmente no es amigo mio y es del partido contrario, se robó 100!!!").

Por eso, en lugar de hacer un debate moral complicadísimo para establecer hasta qué tipo de incumplimientos de normas nos aguantamos las justificaciones de los transgresores, la respuesta debería ser que no nos aguantamos ninguna!!! Ni pal yogur ni pa los terroristas. O es que deberíamos acaso decir: "si se come un semáforo en rojo y no atropelló, mató o dejó herido a nadie, pues bien, pero si estrella a alguien ahi si paila, la cagó y merece castigo"?. No, esto es un exabrupto! Y justificaciones como estas motivan la violación de las normas.

Eso no quiere decir que todos deban ser castigados igual, pero si quiere decir que todos deben ser castigados. Con reprimendas morales, o con penas serias a quienes infringen la ley. Que al que se coló en la fila del cine lo chiflen los que se sientan agredidos y que Cine Colombia no le permita el ingreso a sus teatros en seis meses. Una estupidez dirán: pero al culicagado que le parece chistoso colarse no le va a hacer gracia que su novia lo mire como un culo cuando todo el mundo lo chifle. Que al que se coma el semáforo se le ponga la multa y se le quite la licencia de conducir, que al que consuma algo y no lo pague se le castigue (no sé si con 24 horas de cárcel como al caleño u obligándolo a tomarse todo el stock de yogures vencidos que reposan en las bodegas del supermercado en media hora mientras está sentado en un inodoro sin papel higiénico). Que al que se salte la fila del lavadero de carros no se le atienda, y al borracho que le descarga su pistola porque cree que así defiende su derecho al turno, se le claven todos los años de cárcel que permita la ley y se le obligue a lavar carros durante toda su estadía allí. Que el que llega tarde a una reunión se joda porque quien la convocó la empezó a tiempo, aunque no había quorum. Yo, personalmente, más de una vez empecé mis clases a las y diez aunque no hubiera alumnos, y hasta hice quiz. Todos sacaron cero, y la pregunta era facilísima. Cagada!!! Claro, para poder actuar así, el profesor debe llegar siempre puntual a clase, y eso muy pocas veces pasa en otros casos.

Creo que en la medida en que nos autocastiguemos moralmente, castiguemos a nuestros amigos, familiares y a los infractores que nos rodean y dejemos de justificar cada vez que incumplamos una norma de convivencia mayoritariamente aceptada, o si es posible en la medida en que no transgredamos ninguna norma, sin importar lo inofensivas que puedan parecer los efectos de la transgresión, este país sería mejor y le enseñaríamos a las generaciones futuras que el respeto incondicional por esas normas es lo que verdaderamente construye paz.

La paz no son marchas ni palomitas blancas, la paz son actitudes cotidianas de respeto por las normas mayoritariamente aceptadas.

¿Estoy muy loco? Pueden ser los efectos que conlleva ser hincha del Atlético Bucaramanga durante treinta y pico de años.

Piénsenlo y me cuentan!

viernes, 4 de abril de 2008

La marcha que pareció un "septimazo"

Ya la gente se mamó hasta de las marchas. "Miles de ciudadanos acogieron la convocatoria, aunque no cuenta con la participación multitudinaria de las anteriores movilizaciones" dice El Tiempo en su versión virtual.

Yo no salí ni a la primera marcha, la de febrero, ni a la del mes pasado, ni a la de hoy convocada por REDEPAZ. No participé por que no creo en ellas. Creo, más bien, que la solución del conflicto pasa por una seria modificación de comportamientos cotidianos que aún los colombianos del común valoramos positivamente y están contribuyendo a aumentar la violencia y la intolerancia en este país. Y para eso se requiere mucho más que salir a gritar que "abajo las Farc", "abajo los los paras" o "abajo Uribe".

Y por eso fracasó la marcha de hoy: Primero, porque la convocaron a las 12 del día, eliminando uno de los mayores incentivos para la participación de las dos anteriores: se podía capar trabajo. Segundo, porque la gente ya siente que con haber gritado las consignas durante las marchas anteriores y con haberse puesto una camiseta blanca, le cumplió al país. Lo mismo nos pasó cuando pintamos al país con palomitas blancas durante la época de Belisario. La gente ya se lavó la conciencia y ya no le jala a más marchas, menos si son politizadas como las dos últimas, y menos si con ir no falta al trabajo, sino que tiene que gastar horas de almuerzo para salvar al país. Ahi la cosa ya no es tan chévere.

Este país necesita mucho más que marchas, y soluciones que son moralmente imposibles como el acuerdo humanitario. Esas se las quedo debiendo para próximas publicaciones. Por ahora me "marcho" para mi casa...

De la cultura del miedo y los asesinos sonámbulos

La gente vive con miedo. Muchos de sus actos obedecen a una motivación generada por el miedo. La gente teme terminar eternamente cociéndose en una paila del infierno. Por eso bautiza a los recién nacidos, por eso se confiesa, por eso reza cuando peca, sin que eso signifique un verdadero arrepentimiento y una prueba de que la comisión del pecado no será reiterativa.

A mi lo de irme al infierno no me asusta. Por dos razones. Primero porque a pesar de que el Papa, Ratzinger Z, haya dicho, desmintiendo a su antecesor, que el infierno existe, no le creo ni una sílaba de las que dice. Y segundo, porque si es Benedicto el que está en lo cierto, y no Juan Pa, el infierno debe ser mucho más entretenido que el cielo. Qué prefieren ustedes? Tener de vecino a un poco de mujeres mojigatas y aburridas, o a Ashley Alexandra Dupre? A mi no me molestaría ser el "Client Number 10". Además, en caso de arrepentimiento, en el infierno también hay curas, y lo de la confesión con toda seguridad está disponible. O a dónde creen que van a ir a parar el sacerdote que asesino hace unos meses a su amante y su hija en Norte de Santander? O a los miles de curas pedofílicos o manoseadores que aún siguen predicando que cosas como la homosexualidad y el condón son antinaturales y accidentes divinos?

Y si de confesiones se trata, menos del 26% de los católicos lo hace. Así que tampoco es tan grave la cosa. Así en el Vaticano se rasguen las vestiduras al darse cuenta que a medida que uno crece es más difícil que le metan los dedos en la boca, o en otros lugares en los que a algunos sacerdotes les gustaría meterlos.

Pero la gente le sigue temiendo al infierno. Si todo lo que dice la Iglesia que es pecado lo es, no conozco a nadie que se salve de la paila con agua hirviendo. No conozco a nadie que no sea ni goloso, ni lujurioso, ni iracundo, avaro, perezoso, envidioso o soberbio. Es más yo he caído en los siete pecados capitales al menos una vez en mi vida. Y si se trata de los tres primeros, mejor no hago las cuentas.

La religión es una estrategia de control social basada en el miedo. En el temor a que seamos condenados a permanecer eternamente sufriendo las altas temperaturas del reino de Belcebú. Y por eso no creo ni en la Iglesia, ni en Belcebú, ni en el Infierno. Para controladoras algunas de mis exnovias !!!! Ya con ellas tuve suficiente.

Pero hay otros miedos que la gente se autoimpone al creer ciegamente, por ejemplo, en las barbaridades que dicen los medios de comunicación.

Cuando en noviembre de 2000 se mediatizó la epidemia de encefalopatía espongiforme bovina hasta los vascos, que viven en la región del país donde menos incidencia tuvo el fenómeno, dejaron de comer chuletones. El balance: a pesar de que el número de casos en animales aumentó significativamente hasta 2003, cuando la prensa ya hacía tiempo había dejado de hablar del tema, el número total de casos en humanos se mantuvo en cero.

Yo nunca desaproveché la oportunidad de comerme unos buenos trozos de carne a precios tan bajos como los que tuvo durante esos años iniciales de alarma. Y si alguna cosa pasó es que se me cayó el pelo, pero sospecho que al mismo ritmo al que se viene cayendo desde mis quince años.

Cuando en 2005 los chinos y otros asiáticos empezaron a morir a causa de la gripa aviar, en gran medida, debido a las malas costumbres de crianza en condiciones de insalubridad extrema de estos animales en esos países, y espero que no me aleje mucho de la realidad científica para que mi hermano -experto en el tema- no me desmienta, algunos amigos míos dejaron de pedir el combo Mc Pollo que consumían antes con compulsiva glotonería (cuidado pecadores!!!!) y prefirieron pasarse a la Cuarto de Libra agrandada con Sprite (pilas con las vacas locas compañeros!!!!!).

Ahora, la persecución es contra los gatos. En Santander de Quilichao en el Cauca, un gato mordió a un poco de niños que desafortunadamente murieron o se encuentran en graves condiciones. Hace pocos días en el sur de Bogotá, se formó un escuadrón de policías que más parecía un bloque de búsqueda, al mejor estilo de aquellos con los que convivíamos en los años noventa, para capturar y dar muerte a un gato que había mostrado los dientes a unos niños que le lanzaban piedras. "Es el demonio", alcanzó a decir un testigo a los medios de comunicación. (Ven cómo todo empieza a encajar? El demonio, los medios, los animalitos -no me refiero a los periodistas-, y los miedos). Más de una vecina de altos de Usaquén se ha negado a comprarle a sus hijos de estrato diez gato siamés importado y con más pedigrí que cualquiera de mis familiares. Qué diría Garfield? O qué dirán los curas? Seguramente hay algo de pecaminoso en todo esto!

Yo creo que por si las moscas voy a hacer este año la Primera Comunión. Se imaginan el rumbón tan hijuemadre?: Voladores, mariachis y guaro. Derechito pal infierno Santiaguito!!!!

Cuando todos mis compañeros de colegio la hicieron y yo le dije a mi papá que yo quería vestirme con cuello de tortuga por la fiesta y los regalos respectivos, don Carlos H. me dijo que me hacía una fiesta si no hacía la Primera Comunión, básicamente porque prefería que la hiciera cuando tuviera los años y las neuronas suficientes para entender qué significaba y pudiera decidir si hacerla o no. Fue una de las mejores fiestas de mi infancia, y obviamente con más neuronas decidí que mejor no creía en esas vainas y nunca la hice. Cuando me casé le dije a mi suegro que yo con gusto me casaba en la Iglesia, pero que el regalo de Matrimonio, Primera Comunión y Confirmación le podía salir caro. Me casé por lo civil, y me separé tres años después ante notario cuando aún no existía el divorcio exprés. Pero creo que Margarita y yo fuimos los precursores del tema. La diligencia tardó cinco minutos.

Y como si fuera poco, la Iglesia se inventó nuevos pecados. Aunque debo decir que estos si me parecen más punibles que los de antaño. Los nuevos pecados señores, son la manipulación genética, el daño ambiental, la acumulación excesiva de riquezas, el narcotráfico y hasta el consumo de drogas. Si la masturbación tiene algo que ver con la manipulación genética, creo que tampoco me salvo. Tuve una adolescencia muy activa! Pero me tengo que declarar completamente ignorante al respecto de este tema (el de la manipulación genética, por supuesto), entonces mejor continúo. Lo de la acumulación excesiva de riqueza me parece una broma. Los del Vaticano serán vecinos de Lucifer por siempre. Y míos!!!! Qué mamera!!!! Lo del narcotráfico sí. Que se jodan!!! Y lo del consumo de drogas pues también, así garantizo que podré contar con muchos de mis amigos en el infierno.

Pero ojo, el único pecado que debería existir es el del daño ambiental. Hay que ser más bruto que los curas para creer que este planeta nos ofrece oportunidades de satisfacción de necesidades suntuosas por toda la eternidad. Así que pilas, el que no recicle pal infierno. Y que sea condenado a reciclar por toda la eternidad, con lo difícil que sería recoger todas las botellas de guaro que me voy a beber cuando haga las rumbitas con Ashley Alexandra Dupre!!!!

Eso sí, a mí en realidad lo único que me da miedo últimamente son los titulares de El Tiempo. Para la muestra este botón: "A mordiscos se defendió sacerdote que fue atacado a puñal por un hombre mientras dormía ". Un putas ese sonámbulo!!!!!

martes, 1 de abril de 2008

El próximo Premio Nobel

Siempre lo he dicho y aún lo reitero, a pesar de haber sido siempre malinterpretado y hasta tildado de apátrida: "Cien años de soledad", el mejor libro que he leído en mi vida, sólo había podido ser escrito por un colombiano. Mejor dicho, García Márquez no es tan "realmente mágico" como siempre hemos creído. Simplemente narró la historia de un pueblo, en un país en el que pasan cosas realmente absurdas, lo cual no deja de ser un gran mérito y lo cual, por supuesto, no lo hace menos merecedor del Nobel. Lo único que digo, realmente, es que Colombia es un país de locos.

En Colombia nos enfrascamos en discusiones históricas sobre la virilidad de Simón Bolívar y sobre una aparentemente inexistente descendencia, aún corriendo el riesgo de que Chávez, sólo por jodernos otro poco la vida, autorice la entrada de aviones artillados y una comisión de verificación presidida por los cubanos, para que desentierren los supuestos restos del famoso caballo blanco del Libertador en Mulaló, Valle del Cauca, donde los habitantes juran y rejuran, descansan los restos del equino que Bolívar le regaló a un peruano catorce años antes de la fecha en que los vallunos aseguran que el cuadrúpedo "pidió la cuenta" en territorio colombiano.

En Colombia elegimos senadores que posteriormente deben ser encarcelados por vínculos con las mafias paramilitares o que recorren el mundo con un turbante en la cabeza pidiendo a la comunidad internacional que tumben a un gobierno constitucionalmente elegido y con el 84% de aceptación popular. Elegimos lustrabotas, cantantes, actores y conductores de programas humorísticos en altos puestos del legislativo nacional y luego nos quejamos que ni los concejos municipales, ni el Senado, ni la Cámara de Representantes, sirven para nada. Elegimos, como si lo anterior fuera poco, a directores técnicos de fútbol que creen que "perder es ganar un poco" para que modifiquen la Constitución Nacional.

En Colombia creemos que es más vivo el que no se rinde ante la adversidad, lo cual no sería problema, pero cuando tantos consideran la ley y las normas, como un obstáculo que hay que superar, la cosa se complica. Es más vivo, entonces, quién es capaz de burlar la justicia para garantizar su bienestar personal, o familiar (caso en el que es aún más heróico y positivamente valorado el desacato a la ley). Pagar impuestos era hasta hace muy poco, afortunadamente, cosa de imbéciles y no de ciudadanos que cumplen un deber patriótico. Sobornar la autoridad sigue siendo, desafortunadamente, una señal inconfundible de esa capacidad de supervivencia del colombiano, mal entendida como pujanza. "Los colombianos somos echaos palante y no nos rendimos nunca", dicen orgullosos quienes todavía creen que evitar una multa de tránsito es un acto que reafirma la capacidad, aún valorada positivamente, de evadir una supuesta arbitrariedad estatal, que en esos casos casi nunca lo es.

En Colombia despedimos a un técnico que, como Retat, tenía al Atlético Bucaramanga a 4 puntos del líder y a cambio contratamos a otro que, como Luna, lleva años sin dirigir en Colombia.

Colombia, señores, es el país que creyó haber encontrado cura contra el SIDA y el cáncer (recuerdo especialmente un supuesto remedio cuyo componente principal era mierda de Cóndor). Somos el país del Sagrado Corazón de Jesús, el país de "el que reza y peca empata", el de los muchos Macondos y el de los Aurelianos Buendías, el país del pan y circo, el segundo país más feliz del mundo, somos el país de la más rica biodiversidad del planeta pero también un país al que le da pereza reciclar, un país de contradicciones y paradojas, no el del "realismo mágico" sino del "realismo real".

Pero mucho cuidado, al paso que vamos, el próximo premio Nobel de literatura es ecuatoriano. La madre si no!

Los amigos del sur son hoy el país de las conspiraciones imaginadas, el país donde se defiende a unos terroristas por el hecho de ir en piyama, el que se desgasta diplomáticamente para defender el derecho a su soberanía pero "sobrevuela involuntariamente el territorio colombiano" con helicópteros que a pesar de las advertencias, emprenden la fuga para retornar a su espacio áereo. El país de Abdalá Bucaram, un presidente medio loco que se dedicaba a vender discos y hacer conciertos multitudinarios con sus canciones; el país de Rafael Correa, otro presidente que acusa al gobierno colombiano de incumplir tratados bilaterales que prohiben la fumigación a 10 kilómetros de la frontera, cuando la cancillería de nuestro país puede demostrar que en esa franja únicamente hace erradicación manual de cultivos ilícitos; un país, en resumen, que en los últimos diez años ha tenido seis presidentes y dos Juntas de Gobierno, casi el mismo número de técnicos que ha tenido el Atlético Bucaramanga en el mismo período de tiempo, y nosotros por lo menos fuimos a la Copa Libertadores.