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viernes, 30 de mayo de 2008

"No me maten, soy periodista"

Recuerdo perfectamente que casi me echan de una clase de la Maestría de Comunicación Social que hice hace ya diez años cuando planteé este debate que voy a proponer ahora. La diferencia era que en ese entonces estaba rodeado, y a muy corta distancia, de periodistas que en ese momento se tornaron amenazantes y poco dispuestos a escuchar mis argumentos. Espero que eso no pase esta vez.

Hoy, algunos de aquellos que decidieron seguir hablándome a pesar de haber profanado su supuesta inmortalidad, me han reconocido después de un par de guaros, que era posible, sólo posible, que hubiera tenido la razón entonces. Para mi eso ya es un avance!

El tema era en ese entonces el siguiente: en una clase de no se qué cosas nos pidieron un análisis sobre el papel de los periodistas frente a la violencia en este país y la inocente profesora nos pasó unos videos, en uno de los cuales una reportera cubría una toma guerrillera en un pueblo de mierda al sur del país, en la época en que la guerrilla todavía tenía cómo tomarse pueblos de mierda al sur del país. Hasta ahi todo normal.

Al finalizar el video algunos hablaron de la responsabilidad social, del compromiso frente a la verdad, de la ética, y de un poco de cosas más que ahora entraré a discutir a raíz del papel que los medios han venido jugando en los acontecimientos recientes del país. Yo levanté la mano y llamé la atención sobre las palabras que gritaba la protagonista del video: "No me maten, soy periodista".

En ese momento, intuitivamente y de manera algo ingenua debo reconocerlo (tan inocente como para plantearlo en dicho escenario), dije que qué periodista tan pendeja. Que cómo iba a pretender que con decir eso en medio de un combate a sangre y fuego los guerrilleros iban a respetar su vida. Que me molestaba esa soberbia y que creía que ese efecto de inviolabilidad que muchos de mis colegas (en ese entonces los llamaba así) pretendían ganarse por tener el diploma que los acreditaba como periodistas, era falso, innecesario y peligroso.

Ahi se armó la pelea. Se pusieron agresivos, incluso la profesora. Antes de acabar la clase, y luego de 30 minutos de frases insultantes en mi contra, me paré, abrí la puerta, grité: "No me maten, soy economista" y salí corriendo para protegerme de sus agresiones.

No me imagino a Tavo, en medio de una situación de riesgo gritando: "No me maten, soy urólogo" o a Zefer insistiéndole a un par de gamines que lo quisieran robar: "No me roben, soy arquitecto". O a mi hermano, cuando lo retuvieron forzosamente un grupo de aquellos malandrines en las selvas del sur del país mientras hacía su tesis en mariposas: "No me maten, soy biólogo".

Pero a los periodistas les llenan la cabeza de cuentos que creo, humildemente, no son ciertos. Sobre varios de ellos voy a hablar ahora, asumiendo el riesgo de recibir una infinidad de críticas de todos esos amigos y compañeros de trabajo que se dedican al periodismo, pero "Ey, no me jodan, tengo un blog y puedo decir lo que se me de la gana".

Primero: estoy de acuerdo con que el periodista debe informar, pero no creo que deba encontrar la verdad, entre otras cosas, porque dudo mucho de esa palabreja y de la existencia de algo que pueda ser absolutamente verdadero cuando de lo que se trata es de contar la versión que tienen diversos actores sobre un mismo hecho.

Algún periodista me dijo cuando le planteé ese interrogante: "Yo no soy el que decido quién dice la verdad, el que decide eso es el que recibe el mensaje, yo sólo doy las diferentes versiones de un mismo hecho". Muy bien, puedo estar de acuerdo. Pero entonces, segundo: Si la pretensión finalmente, y en serio, es sólo informar y dar versiones, esto lo tienen que hacer dentro de unos parámetros éticos. Y en las facultades de comunicación, y luego en la realidad cotidiana del ejercicio periodístico enseñan que para conseguir la noticia que nos dé el Simón Bolivar o el Pulitzer, bien vale la pena saltarnos la ética y la moral. Y ojo que eso pasa también en todas las profesiones, no lo tomen como un ataque personal y exclusivo a un ejercicio que respeto y admiro profundamente cuando se hace bien. Se vale hacer una pregunta insultante y malintencionada para que el entrevistado reconozca sus supuestos errores; se vale acorralar al acusado, perdón, entrevistado, para sacarle una confesión inesperada. Ojo: Los periodistas no son jueces, y si quieren serlo, que estudien derecho en el edificio de al lado!!!!! Seguro ganan más plata y haciendo lo mismo!!!!!

Tercero: el periodismo actúa convencido de que "la chiva justifica a los medios". Digna frase del Maquiavelo contemporáneo! Así muchos en público nieguen lo anterior, así funciona la cosa. Cinco años trabajando directamente con periodistas y algún otro más cuadrado con algunas de ellos, me permiten asegurarlo. Y la cosa no debería ser así. El objetivo debe ser la chiva, ahi si nos entendemos, pero siempre y cuando conseguirla no implique trasgredir cualquiera de los preceptos morales que respetaríamos o debieramos respetar cuando dejamos de ser periodistas y estamos en la casa comiendo con toda la familia mientras celebramos la Navidad. Mejor dicho: No hagas a un entrevistado lo que no quisieras que le hicieran a tu esposa embarazada o a tu mamá enferma. Así de sencillo.

Me corto una pelota (y sólo una porque dicen los expertos que así todavía queda sirviendo el aparato, y pues tampoco es para tanto) si al periodista elevado por algunos al grado de héroe nacional por cubrir la toma de la sede de Porvenir, le hubiera parecido bonito ver el dolor de su esposa embarazada en directo por City (y no sólo eso sino saber que millones lo veían en directo) o si su propia mamá, mientras lo veía supuestamente convertirse en adalid de la justicia, no lloraba y pensaba otra cosa diferente a "Mijo, salga corriendo de allá, no sea que me lo maten". La señora, seguramente se hubiera tranquilizado si le revelan que su hijo en cualquier momento pudo haber exigido: "No me maten, soy periodista".

Gonzalo de Francisco dice en su columna del Nuevo Siglo de la semana pasada que "el cubrimiento de los medios de un atentado terrorista forma parte del atentado terrorista, querámoslo o no" y Javier Darío Restrepo dijo en la última Semana que "frente a un sujeto que está imponiendo el terror, el reportero está expuesto a sus emociones y dice lo que ellas marcan y no lo que le indica su razón, más cuando siente que tiene que hablar, hablar y hablar". ¿Pero cómo así, Javier Darío?, ¿50 años en prensa y 25 en televisión no te sirvieron para aprender que los periodistas están revestidos por un halo sublime que los proteje contra las trivialidades terrenales de lo emocional, de lo vulnerable?, ¿Tu nunca gritaste frente a una granada amenazante: "No me mate, no ve que soy periodista"? Yo la verdad no creo, ese man es un periodista de verdad, del que todos los nuevos comunicadores deberíamos aprender.

Y ahí va el cuarto punto: el periodismo y los medios no pueden convertirse en megáfonos de actos violentos, y menos en un país tan jodido como este gracias a los actos irresponsables de una (o varias) parranda(s) de terroristas. Haber transmitido en directo la toma de la sede de Porvenir y haberle puesto el micrófono a un señor con una granada en la mano, amenanzando con detonarla, y haber usado la cámara para mostrar la cara de susto de todos los allí presentes, es una sinverguencería. Eso no es periodismo señores, eso no es salvar vidas, como dice Daniel Coronell, siete páginas antes que Restrepo en la misma Semana, eso es, como dice Gonzalo: terrorismo!

¿Que había que denunciar la pobreza y las desigualdades de este país, encarnadas por un exmilitar que reconoce abiertamente haber torturado? No creo. Pero si ustedes sí lo creen, señores de City, vayan y hagan un reportaje sobre la vida de los desplazados por la violencia en el sur de Bogotá, siempre y cuando respeten a sus entrevistados, que son los que les dan de comer, pero no se valgan del terror de la gente para ganarse el Simón Bolívar.

"Ver en directo a una persona amenazando las vidas de otras tiene un efecto multiplicador muy dañino, pues el mensaje es que se puede manipular a los medios por la vía del terror. En nuestro país hay muchos desesperados y loquitos, que al ver eso, pueden tomar el camino equivocado" dice Javier Darío.

¿Que gracias al periodista de City se logró controlar una tragedia? Falso, refalso, recontrahijueputamente falso!!!!! Se logró evitar la tragedia gracias a los valientes policías que redujeron al señor de la granada. Los periodistas no son policías, ni detectives del DAS, ni investigadores privados: son periodistas. ¿Cuándo han visto un policía entrevistando a un senador de la República?, ¿O a Tavo haciendo una maqueta?, ¿O a Zefer examinándole la próstata a alguien?. Nunca!

¿Que entonces es igualmente recriminable la entrevista de la Gurisatti a Castaño, porque el señor encarna y representa una serie de delitos cometidos, totalmente brutales y condenables? No. Los delitos sí son brutales, condenables e inaceptables, como cualquier otro tipo de delito. Pero en esa entrevista yo no vi cuatro viudas de la violencia causada por él, ni sus caras de angustia mientras le entrevistaban, ni vi un celador corriendo despavorido como si se le hubiera aparecido el mismo Castaño, ni nada de esos sensacionalismos que se vieron por City hace una semana.

Son cosas diferentes. Además, si ese argumento es válido, acá no se podría entrevistar ni a Samper por el 8.000, ni a Higuita por sus amistades peligrosas, ni a Piedad Córdoba por ser compinche de los guerrilleros, ni a nadie. Y por último, Castaño es un tema de interés nacional, el señor de la granada no. No es lo que se cuente, sino cómo se cuente: con mujeres embarazadas llorando, como lo hizo City, o sin ellas, como yo hubiera preferido.

¿Que el periodista informa y el televidente o el lector decide si creerle, si cambia de canal o si el culpable es el uno o el otro? No me jodan. El periodista debe asumir la responsabilidad de lo que cuenta, y más en un país de analfabetas como este! Si supuestamente por ser periodistas no los matan, que a cambio de semejante don actúen de manera responsable, respetando los límites que la ética profesional les impone.

Por hoy no más, me voy a leer la Cambio que titula "Los medios, al tablero". Deben estar rabones porque el Ministro le dio la chiva de "Tirofijo" a Semana.

Hanssen, Silvi, Lina y todos los demás amigos periodistas que me leen, les pido que "No me maten, soy economista, y además, hincha del Bucaramanga. Ya con eso tengo suficiente". Perdónenme todos.

1 comentario:

Ana María Hanssen dijo...

Piiu! obviamente me diste en el clavo y no puedo dejar de comentar. Sin duda hoy en día los medios están pasando la línea fina que divide el hecho de informar, con el hecho de ser sensasionalistas. Yo, como periodista, pienso que si me mandan a cubrir una guerra, tengo algún tipo de categoría especial, tal como la tendría Tavo si perteneciera a médicos sin fronteras o a la cruz roja. Tú por ser economista, no vas a estar en una situación así, a menos que se caiga wall street y tu estés adentro cuando se arme el caos. Lo que quiero decir, es que los periodistas tenemos la responsabilidad social de dar a conocer lo que está sucediendo en el mundo, teniendo en cuenta otras normas éticas. Un tipo que aparece en un programa que se llame primer impacto y entrevista a gente desangrándose, no merece ser llamado periodista. Un reportero que se acerca a un tipo con una granada, tampoco. Eso es ser amarillista. El periodista debe tomar distancia y mostrar lo que sucede, desde todos los ángulos, sin convertirse él en el protagonista. Pasa con los periódicos, las revistas, todo lo que leemos diariamente que no sea editorial. A mi me pueden mandar a hacer una nota sobre un narco, y yo tengo que tratar de que no se note mucho que odio a ese tipo de personajes, que los desprecio, porque mi trabajo no es mostrar mis emociones en el papel. Mi trabajo es contar.
Yo creo que lo que sucede es que estamos en un mundo que vive de la inmediatez y de los programas en directo. El periodismo se ha espectacularizado, por así decirlo, porque se dejó ganar del medio. La televisión es un show constante de mentiras, de programas que nos transmiten en vivo y en directo cada segundo de la vida de unos seres que no son famosos por algo que valga la pena, de programas llenos de nada. pero la gente lo queire saber todo. Yo creo que el paradigma más grande de todo esto fue cuando el mundo entero vio en vivo y en directo cuando se estrelló el segundo avión de las torres gemelas. Los periodistas estaban informando lo que había sucedido y tenían las cámaras encendidas. Entonces, habrían tenido que apagarlas? con qué tiempo? los terroristas querían eso, que fuera un show en vivo.
yo creo que el asunto pasa por revaluar el papel de los medios y que el papel de los periodistas no se pierda en las exigencias de una cajita de mentiras.

Por lo demás sigo defendiendo que si un periodista está en medio de un campo de batalla, tiene derecho a gritar "No me maten, soy periodista!".