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viernes, 24 de agosto de 2012

En campos colombianos


Bill Clinton
En campos colombianos

Bill Clinton estuvo en Colombia, en uno de los eventos de golf más importantes que se realiza en el continente suramericano, y fue el Country Club de Bogotá el lugar ideal para que el lente de Luis Alejandro Pava lograra capturar su rostro deportivo, sin descuidar el tinte político que lleva en la sangre y que todos conocemos.

Quizás William Jefferson Clinton sea el expresidente norteamericano más cercano a Colombia. No solo ha manifestado pública y repetidamente que su libro favorito es Cien años de soledad, sino que cada vez que puede oye vallenato y navega en Internet para conocer las últimas noticias de nuestro país.

Hace poco jugó golf con el presidente Juan Manuel Santos, en Bogotá, e invitó a los Niños Vallenatos que lo homenajearon en 1999 en la Casa Blanca, a la inauguración de la biblioteca pública de Little Rock, en su tierra natal.

En lo estrictamente político, cumplió un papel fundamental en la asignación del Plan Colombia durante la presidencia de su homólogo, Andrés Pastrana Arango, como un mecanismo de ayuda bilateral para fortalecer al Estado colombiano, revitalizar su economía, luchar contra el narcotráfico y los movimientos insurgentes que azotaban a nuestro país.

Político precoz y polémico
Nacido en Arkansas un año después del fin de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en el gobernador más joven de Estados Unidos, al ser elegido a los 32 años; y entre 1993 y 2001 ejerció como presidente del país más poderoso del mundo, finalizando su segundo mandato con una aprobación ciudadana de cerca de 70%, la más alta entre todos aquellos que ocuparon esa posición desde su nacimiento.

Huérfano de padre, adoptó el apellido de su padrastro a los 15 años de edad, poco antes de ingresar a la Universidad de Georgetown. Polémico en su juventud, optó por una posición crítica frente a la decisión de participar activamente en la Guerra de Vietnam, y aprovechó para matricularse en Oxford, donde fue un activo protestante frente al envío de tropas, posición duramente criticada por sus oponentes republicanos durante toda su carrera política.

Pocas de sus actuaciones, mientras fue huésped de la Casa Blanca, pasaron inadvertidas. Ni en lo público ni en lo privado Bill Clinton dejó de generar opiniones encontradas frente a sus decisiones y comportamientos políticos y personales. Casado con, quizás, la mujer más poderosa de su país, y con una hija que en ocasiones no actuaba como la sociedad norteamericana esperaba de una heredera presidencial, el siempre dinámico presidente, que publicó hace siete años su autobiografía, sorteó con relativo éxito el trance más complicado de su mandato cuando debió reconocer, ante millones de televidentes, que había tenido un encuentro de carácter sexual con una de sus pasantes.

Una presidencia exitosa
En lo estrictamente público, su presidencia se destacó por tratar estructuralmente tres problemas fundamentales para Estados Unidos de América, de finales del siglo pasado: el desarrollo económico sostenible, para lo cual contó con el apoyo y liderazgo del hoy Premio Nobel, Al Gore, como su vicepresidente; la mejora del sistema educativo, y ante las evidentes falencias del sistema de salud norteamericano.

La concentración en dichos problemas, en conjunto con otras políticas públicas impulsadas mediante estrategias más coyunturales, propias de los afanes lógicos del gobierno de un país tan complejo como Estados Unidos, le permitieron a Bill Clinton disminuir significativamente el desempleo, la deuda nacional y equilibrar el presupuesto, acciones altamente valoradas incluso por sus contendores más radicales.

Nunca pasará inadvertido
Como ex Presidente está dedicado a su fundación, que le ha permitido combatir problemas globales, incluidos en su recurrente agenda pública, como la crisis medioambiental, las falencias estructurales de los sistemas de salud y la potenciación de factores no convencionales de desarrollo económico en países del Tercer Mundo.

Su afición por el saxofón, la compleja, pero exitosa operación de corazón en el 2004 y la frase: “Es la economía, idiota”, con la que ridiculizó los conocimientos que sobre dicha disciplina demostraba tener su contendor republicano durante su primera victoria presidencial, harán de Bill Clinton un presidente cercano a sus electores, que sin duda será recordado durante mucho tiempo más como un personaje bonachón, que por momentos humanizó el cargo político que ocupó durante casi una década.

Artículo publicado en la Revista Capital Club, edición 93, marzo 2012.

Imagen tomada de: http://www.elespectador.com/impreso/deportes/articulo-326857-poder-sobre-el-green

1 comentario:

pammyearwood dijo...

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