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lunes, 1 de junio de 2009

El dios del fútbol

Sí. Voy a hablar del Barcelona Fútbol Club. No escribo hace dos meses y aunque tenía pensado hacerlo sobre la pésima alcaldía de Samuelito, sobre los curas y los comentarios "iluminados"que han lanzado a la opinión pública ante la deserción de aquel que entendió que lo natural de tener una erección era utilizarla y no esconderla, apenarse por ella o flagelarse por su causa, o sobre cómo sería la vida si los hombres menstruaran (columna propuesta por un amigo, y que prometo escribir pronto porque cada vez que pienso en empezar a redactarla me lo impide la risa), escribiré sobre el equipo que hoy está jugando el mejor fútbol del mundo.


Como dijo Sergi Pàmies en su columna de La Vanguardia (no la Liberal sino la de Barcelona) al día siguiente del triplete: "El partido {del miércoles pasado} certificó la capacidad del fútbol de hacer posibles las utopías!". Y yo agregaría que demostró (o reiteró, si pensamos en la Eurocopa del 2008), que al dios del fútbol le gusta el toque, pero con efectividad; la velocidad, pero con sentido; le gusta la gambeta, pero sin humillación; le gusta la entrega, le gustan los equipos de futbolistas y no los de modelos de calzoncillos que aparecen más en los tabloides rosa que en los titulares deportivos, y que además, prefiere un equipo que sobre su pecho lleva el nombre de una organización que se dedica a mejorar la calidad de vida de la infancia en el mundo (Unicef), frente a uno de blanco que es patrocinado por una casa de apuestas o uno de rojo que lleva orgulloso en el pecho el nombre de una de las más grandes empresas de seguros del mundo.

El primer recuerdo que tengo del Barcelona F.C. es de un partido retransmitido, seguramente mucho tiempo después por "Fútbol, el mejor espectáculo del mundo" en el que se veía a un Maradona todavía flaco jugando contra el Valencia en el Camp Nou, justo después de terminado el mundial de Naranjito. El segundo, confieso que bastante tardío para un apasionado por el fútbol como yo, es el de Ronald Koeman fusilando al arquero de la Sampdoria justo antes de terminar la final de aquella Champions League. Era el Barcelona de Ferrer, Guardiola, Stoichkov y Laudrup.

Los recuerdos siguientes fueron mucho más intencionales y frecuentes. El "Dream Team" terminó por conquistar mi corazón. Devoré libros con la historia del equipo catalán, en mi primer viaje a Cataluña lo único que pedí fue ir al Camp Nou a ver un partido, con la fortuna de que resultó ser el de la despedida de Koeman. La derrota contra el Albacete la recuerdo menos que el poder ver al holandés desde la segunda fila de la silletería y tomarme una foto, que aún conservo, con la cachucha del Atlético Bucaramanga firmada por el entonces jugador Kiko Barrios y un saco que acababa de comprar en el museo del Barça. Bonita pero ofensiva combinación.
La cosa pasó de una simple atracción (que debo reconocer no recuerdo que haya nacido a primera vista como los grandes romances de Hollywood) a un romance apasionado, cuando en 2000 decidí vivir en aquella ciudad que tenía la misteriosa cualidad de evocar, al mismo tiempo, a personajes tan disímiles como Gaudí y Luis Enrique.
Debí haber ido al Camp Nou unas 20 veces desde que llegué en Octubre de 2000 y hasta el día que decidí regresar a Bogotá, en Noviembre de 2005. Ahí vi a la Juventus eliminarlos de una Champions, al Mallorca de Harold Lozano y Samuel Etto jugar de tú a tú con los catalanes, y ví el cigarrillo de marihuana más grande y grueso que jamás haya visto mientras trataba (aún sin dominar el catalán) de cantar el "Tot el camp es un clam som la gent Blau Grana.Tan se val d'on venim, si del sud o del nord, ara estem d'acord, estem d'acord, una bandera ens agermana" mientras un miembro de los Boixos Nois -la barra brava más numerosa del Barça-me pegaba calvazos y me insultaba por no recibirle el porro y por que claramente se daba cuenta que yo no era catalán. Recuerdo noches gélidas en las que debí entrar con una cobija roja y azul para no desfallecer ante una de las pocas noches realmente frías del invierno catalán que me tocó sufrir. Recuerdo partidos desastrozos que, aunque no lo crean, me hacían extrañar al Bucaramanga. Pero también recuerdo momentos tan felices como el gol de Rivaldo de chalaca que sacó al Valencia de los puestos de Champions y le dio a los culés el paso al torneo europeo. Recuerdo noches en las que no podía ir al estadio pero me contentaba con oir desde mi apartamento, a tan sólo tres cuadras del campo, los gritos cada vez que el Barcelona anotaba. Me contentaba con sufrir en carne propia los cánticos de los hooligans ingleses que se sentaban en la cafetería de el primer piso de mi edificio a tomar cerveza desde las 8 de la mañana el día del partido. Me contentaba con saber que la cabeza de marrano que le habían lanzado a Figo luego de su proceso de "merenguización" debió ser cocinada en uno de los restaurantes del barrio que frecuentaba cada vez que a final de mes me sobraban algunos euros.

Pero el Barcelona me gusta más que por esa cercanía física que tuve la fortuna de experimentar. Desde que recuerdo, a exepción quizás de algunos períodos oscuros bajo la batuta de Van Gaal y en algunos partidos de bostezo durante la corta experiencia de Serra Ferrer, el Barça ha jugado bien y bonito al fútbol. No han traicionado -nunca- el concepto de fútbol por el que decidieron apostar desde hace casi 20 años cuando sentaron en el banquillo de los técnicos a Cruyff y a su concepto de fútbol total holandés. Y también han apoyado, decidida y consecuentemente, la cantera, a tal punto que el equipo del triplete de 2009 tiene a al menos 9 jugadores que han salido de allí.

Debo confesar que cuando llegó el Pep al banquillo no creí que hubiera sido una decisión acertada. No creía que un entrenador jóven pudiera manejar adecuadamente una plantilla de ídolos mediáticos. Un ídolo/jugador necesitaba mucho más que una cara bonita y unos pocos meses de experiencia como entrenador en la B para manejar estratégicamente a uno de los mejores equipos del mundo (en ese entonces aún dudábamos que lo fuera). Mea culpa! Por mi culpa, mi propia culpa! Lo siento dios del fútbol! Has hecho lo que ningún otro dios ha logrado: me has convencido con hechos!

Y su Jesús, o en este caso, su Josep: el Pep, no sólo me convenció con resultados: 60 partidos jugados y sólo 6 perdidos; 154 goles a favor, una media de 2,5 por partido y 37 más que el Manchester en la Premier!!!; sólo 54 goles permitidos; 602 remates al arco contrario, uno cada minuto y 6 segundos!!!; sólo 10 tarjetas rojas, una cada 6 partidos; y sólo 13 penalties cobrados (menos del 10% de los goles logrados desde los doce pasos). Me convenció también con pequeñísimos detalles que demuestran su inteligencia: ir a abrazar a Hiddink a cinco minutos de terminar la semifinal ante el Chelsea para bajarle la tensión a quien debía en esos 300 segundos tomar las decisiones para mantener un marcador favorable ante un Barcelona desconocido, fue magistral. "No pienses más, no grites más, ya lo tienes ganado" pareció insinuarle a su colega. Dio la vuelta y se fue a motivar a los suyos desde la línea. Nunca dejó de pensarse finalista, y gracias a Iniesta y (desafortunadamente) a los lamentables fallos arbitrales de esa noche, lo fueron. Grande Guardiola! El fútbol es mucho más que patadas.

Y aprovecho para advertir que los fallos arbitrales del calvo que pitó ante el Chelsea no opacan en lo absoluto el triplete catalán. Barcelona fue uno de los dos mejores equipos durante toda la Champions. Quien no esté de acuerdo no sabe de fútbol. Fue injusto el 1-1, Chelsea debió ganar. Pero también hubiera sido injusta una final Manchester-Chelsea, no eran los dos mejores equipos de la competición. El dios del fútbol se acordó de los mendigos que dos veces a la semana prendemos nuestro televisor y cada quince días compramos una entrada para ir al estadio y deleitarnos con el balón bien manejado!!.

Pep nos convenció pues como insinúa Pamiès, "todo el asunto de Keita jugando de lateral fue, en el fondo, una astuta estrategia para motivar a un extraordinario Sylvinho-, lo bastante desconfiado para no creerse el culto a la personalidad que pueda suscitar, militante de la humildad bien entendida, del compromiso y del orgullo institucional sin aspavientos ni complejos". Grande Pep!!!

El fútbol de Barcelona es "atrevido, valiente, basado en la iniciativa en el ataque, la búsqueda obsesiva del balón, el juego limpio y las inquietudes plásticas propias de un país que sabe compensar sus carencias de épica con espectaculares derrames de estética", como dijo el columnista en La Vanguardia. El Barça y Pep demostraron que se pueden ganar torneos con ausencias definitivas en la final, siempre y cuando el equipo que se ha conformado sea eso justamente, un equipo, no una remendada compilación de estrellitas y modelos. Y también por supuesto, el milagro se debe a los jugadores del Barça que demostraron en casi todos los partidos de la temporada una ambición competitiva sin límites, cualidad que brilla por su ausencia en las canchas colombianas, de la A y de la B. Cuánto por aprender!!!

El 27 de mayo de 2009, el Barcelona Fútbol Club, el mejor equipo del mundo hoy, tal y como lo hizo en esa tarde de 1992 en que Koeman envió el balón al fondo de la red del Sampdoria, así como le pasó a Pamiès y seguramente a muchos amantes del fútbol bien jugado, me robó nuevamente el corazón. Y yo tampoco quiero que me lo devuelva. También se lo regalo.

Ahora sé que el dios del fútbol existe, nunca antes nadie le había visto desde tan cerca. Y tiene también 12 apóstoles: van todos vestidos de azul y grana.

P.D.: Ahora entiendo que el Bucaramanga haya sido eliminado de los cuadrangulares de la B luego de ser líder durante todo el semestre. El dios del fútbol, oh todopoderoso!, estaba ocupado recordando en su mente privilegiada los 90 minutos del pasado miércoles, aún borracho de pases exquisitos en algún cafetín de mala muerte junto al estadio Olímpico de Roma. Sólo espero que el guayabo no le dure mucho porque el sábado lo necesitamos en Buenos Aires.
P.D.2: Efectivamente, el Barcelona ganó todo en 2009. Messi fue declarado el mejor del mundo, Pep se convirtió en el mejor técnico de clubes, Xavi el mejor mediocampista, en el equipo ideal de la UEFA 9 de los 11 juegan en la Liga y 6 son del Barcelona. Éxito total. Lastimosamente, esto lo veremos pocas veces más los hinchas culés. Un triunfo categórico del fútbol espectáculo.

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