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jueves, 14 de enero de 2010

Lo ofensivo (pero sobretodo ilegal) es la censura

Ya sospechaba yo que intercambiar correspondencia por primera vez con el niño dios a esta edad no era buena idea.
Anoche, mientras colgaba la última entrada de este blog, tal y como acostumbro desde hace varios años, intenté poner en el muro de mi Facebook el anuncio de dicha publicación. Pero inmediatamente, en uno de esos letreritos de fondo rosado en los que esta red social advierte que algo anda mal, me enteré que "parte del contenido de [mi] mensaje [había] sido denunciado por usuarios de Facebook por considerarlo ofensivo".

La parte del mensaje censurada era la dirección de mi blog, que por lo que me acababa de enterar, alguno de mis 612 contactos había considerado una ofensa. Y sé que fue alguno de ellos porque las publicaciones que hago de ese tipo están configuradas sólo para ser vistas por mis "amigos".

Parece que la "respuesta del niño dios" (publicada el 28 de diciembre pasado, día de los santos inocentes y del mamagallismo colombiano, por cierto) ofendió a alguien. A alguien que antes de hacer algún comentario a la entrada o hacerme las críticas del caso, puntualizando cada una de las ofensas a las que había estado expuesto(a) al leerla, prefirió evitar que, de ahora en adelante, la dirección de mi blog pueda ser publicada en Facebook.

Es por eso que a partir de esta experiencia -mi segunda censura en tres años- dedico esta nueva entrada, por supuesto no planeada, para dejar en claro algunos puntos que considero necesarios establecer.
En primer lugar, quisiera decir que la solución, querido inquisidorcillo, si se siente ofendido por lo que yo a bien pueda escribir en mi blog, es no leerlo. Yo no madrugo todos los domingos a ver el programa de la santa misa en televisión para amargarme y sentirme intencionalmente ofendido por algo que sé, me ofenderá. No entiendo a los simpatizantes del Polo que sagradamente compran la revista Semana para leer a Rangel, ni la de los uribistas que lo primero que hacen al leer la revista es repasar a Coronel y a María Jimena Dusán. Yo no veo al padre Chucho, porque sé que me ofende, pero tampoco boicoteo sus emisiones, y sobretodo entiendo que haya gente que necesite de sus reflexiones profundas sobre cómo vivir mejor. Por eso le recomiendo, no me lea si tanto le ofendo.

En segundo lugar, quiero aclarar que la Constitución colombiana garantiza en su artículo 20 "la libertad [a toda persona] de expresar su pensamiento y opiniones" y afirma que en Colombia "no habrá censura", dos derechos que resultan amenazados, aunque no violados, por situaciones como la que relato hoy. Adicionalmente, la sentencia T-048/1993 de la Corte Constitucional resuelve que "una cosa es la información y otra la opinión. La primera admite rectificación, la segunda no", de lo que se deriva que cuando uno da una opinión, ni los receptores deberían censurarla, porque es sólo eso, ni el emisor debería rectificarla.

Pero también, el artículo 18 de la Constitución consagra la libertad de conciencia: "nadie será molestado por razón de sus convicciones y creencias". Esto, don Tomás (me refiero a Torquemada, inquisidor vallisoletano del siglo XV, pero no menciono el apellido para no resultar ofensivo), me da a mí el derecho de creer o no en dios, así como a usted le da el derecho de creer en él, situación que, soy sincero, nunca me ha parecido ni me parecerá ofensiva. Yo no ando en Facebook declarando personas ofensivas a todas aquellas que publican su filiación religiosa y que resulte ser contraria a la mia.

Como si eso fuera poco, ¿Procurador Ordoñez, fue usted quién acaso me consideró ofensivo?, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 19, parágrafo 2, afirma que: " toda persona tiene derecho a la libertad de expresión, [y que] este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito, o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección".

Por último, antes de terminar mi pequeña revisión jurisprudencial, la Declaración de Chapultepec, suscrita en 2003 por Colombia, determina que: "toda persona tiene derecho a...expresar opiniones y divulgarlas libremente" y que, ojo!, " sólo mediante la libre expresión y circulación de ideas, la búsqueda y difusión de informaciones, la posibilidad de indagar y cuestionar, de exponer y reaccionar, de coincidir y discrepar, de dialogar y confrontar [todo a lo que lo(a) invito en el espacio establecido en mi blog para dejar comentarios], de publicar y transmitir, es posible mantener una sociedad libre".

En resumen: bloquear, mediante cualquier mecanismo o estrategia, la expresión de opiniones, no sólo está castigado por la ley colombiana, sino protegido por el derecho internacional. En cambio, no creer en dios no es considerado como un comportamiento transgresor de ninguna ley en este país, ni en casi la mayoría de los países occidentales, afortunadamente.


A veces, creo, es mejor no tomarse las cosas tan en serio. Pero principalmente, no creo que sea buena idea sentirse ofendido por quien no intenta ofender.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los argumentos mas coherentes que conozco al respecto de los efectos de la religion sobre la sociedad los ha hecho Sam Harris http://www.samharris.org/